La actual plaza de El Tranvía cuenta con una serie de paneles donde se cuenta a través de diferentes imágenes la historia del antiguo tranvía de La Cuesta, lo que supone pone en valor uno de los patrimonios industriales del municipio y de la Isla.
El alcalde, José Alberto Díaz, junto con el presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, la primera teniente de alcalde Candelaria Díaz, el concejal Antonio Pérez-Godiño y representantes de asociaciones y colectivos de la zona, hicieron un recorrido por la muestra, donde se les explicaron los detalles y origen de las imágenes de los paneles, información que se puede ampliar accediendo a través de códigos QR que están en los mismos.
A lo largo de la muestra se pueden ver imágenes de la llegada del antiguo Tranvía de Tenerife y lo que supuso para la Isla, el trazado y las paradas establecidas; lo que era La Cuesta antes de la llegada de este modo de transporte; las características de la estación de La Cuesta; también se pone de relieve el asalto que sufrió en la Curva de Gracia en 1934; se muestran diferentes anécdotas del tranvía y el ocaso, fin del servicio y el legado dejado.
Tanto el presidente del Cabildo como el alcalde destacaron que “se trata de un proyecto comunitario, fruto del trabajo con los vecinos que no han dudado en aportar sus anécdotas y vivencias para poder confeccionar este trabajo que expone al público en la misma plaza en la que se desarrolló este trabajo”. Se trata, indicaron, de “un tesoro para esta plaza, para el barrio de La Candelaria, para La Cuesta y la isla en general”.
Esta exposición ha tenido un coste aproximado de unos 14.000 euros y pretende poner en valor uno de los hitos históricos de La Laguna y de la Isla. Se ha puesto en marcha a iniciativa del área de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento y con el respaldo de la empresa Metrotenerife, que ha cofinanciado esta muestra al aportar la cantidad de 8.000 euros. Desde varios años el operador del Tranvía en Tenerife impulsa y fomenta, a través de su Plan de Responsabilidad Social, iniciativas culturales, deportivas, medioambientales o de integración social, entre otras materias.
En dichos paneles se expone cómo el antiguo tranvía supuso un notable avance hacia la modernidad, ya que por primera vez en la historia insular, los medios de transporte terrestre ya no requerían de tracción animal. El proyecto se presentó en 1899 y era obra del ingeniero Julio Cervera y Baviera, siendo el Marqués de Villasegura, Imeldo Seris Granier y Blanco quien, con su apoyo tanto en la isla como en el Senado, consigue se adjudicasen las concesiones necesarias.
Las obras de construcción se iniciaron el 29 de octubre de 1899 con la ceremonia de colocación de la primera piedra en la zona del muelle y el 9 de abril de 1901 se inaugura. Estaría en funcionamiento hasta el 15 de septiembre de 1956, relegado por la presencia del automóvil particular y las guaguas y por haber sumado una serie de accidentes.
El primer tranvía supuso conectar regularmente los dos principales núcleos de población de la Isla, además del área urbana con el Norte rural. Junto con las estaciones el Muelle, La Cuesta, La Antigua y Tacoronte, había un amplio número de paradas intermedias que podían ser de dos tipos: las obligatorias, donde el tranvía siempre debía parar; y las facultativas, que sólo se realizaban cuando había pasajeros esperando en ellas, o bien si algún usuario se quería bajar en esos puntos.
El recorrido, en ambos sentidos, entre Santa Cruz y La Laguna, duraba 45 minutos con convoyes subiendo y bajando cada hora. Desde Santa Cruz a Tacoronte tardaba una hora y media.
Antes del primer tranvía, La Cuesta era campos de cultivo con casas terreras, por donde transitaba el Camino Santa Cruz que era el más importante de la Isla en ese entonces. La presencia de la Estación de La Cuesta generó un crecimiento del número de personas que decidieron instalarse en esta zona, con el consiguiente surgimiento de construcciones a ambos lados del camino, lo que hoy es la carretera general Santa Cruz-Laguna, además de los barrios aledaños que convivían con amplios terrenos dedicados a la producción agraria.
La chimenea de la plaza del Tranvía se convirtió en un símbolo, construida en ladrillo rojo refractario, aún hoy sigue siendo uno de las señas de identidad más importantes del barrio, y un valioso patrimonio industrial para la Isla.